

“A menudo fotografío cosas que no hacen nada, pero lo dicen todo.” No fotografío lo que se muestra. Espero a lo que se revela. No la cara que uno pone, sino lo callado que vive debajo. Esto vale para las personas. Pero también para los lugares. Para una esquina de ciudad donde se cruzan la luz y la historia. Para un paisaje que no posa, sino que simplemente está. Para lo que queda, cuando todo lo ruidoso ya pasó. Veo cuando alguien habla y quiere decir lo contrario. Pero también cuando un espacio vacío habla más que uno lleno. Escucho el sonido detrás de las palabras. Leo la imagen detrás de una mirada – y a veces también detrás de una ventana, una pared, una sombra. Eso es hermoso. Pero también brutal. Porque quien ha aprendido a ver entre líneas, ya no puede dejar de hacerlo. Mi cámara no juzga. Guarda silencio conmigo. Observa lo que no llama la atención. Lo que suele pasar desapercibido. Lo que tal vez solo se ve por un instante – y por eso es verdadero. Así surgen mis imágenes: en el espacio intermedio, en lo todavía no dicho, en el estar plenamente presente.